El pasado sábado 25 de septiembre, en la parroquia Dulce Nombre de María, un grupo de cinco profesores del colegio Ciudad de los Muchachos y cuatro animadores del centro juvenil Citycentro celebramos y recibimos el sacramento de la confirmación, sintiendo cómo la fuerza del Espíritu nos alentaba a tomar la valentía necesaria para seguir siendo testigos y testimonio del Reino de Dios entre nosotros.
El Espíritu nos llama
Desde los distintos ámbitos de nuestra comunidad educativa, profesores, animadores y cooperadores salesianos, escuchamos cómo el Espíritu nos llamaba a dar un paso más en nuestro compromiso como cristianos. Nuestra respuesta fue firme y decidida, y buscamos el afianzamiento de nuestra fe en la apertura a los dones que el Espíritu nos regala, sabiendo que lo que gratis recibimos debemos compartirlo sin medida.
![20210110-Testimonio-confirmaciones-1](https://www.salesianos.es/wp-content/uploads/2021/10/20210110-Testimonio-confirmaciones-1.jpg)
Nuestro camino
En este camino de preparación nos ha acompañado Jesús María Peña Maniega. Su cercanía, disposición y testimonio de vida consagrada, nos ha ayudado a darnos cuenta del plan que Dios tiene para nuestras vidas. Hemos aprendido a acoger al Espíritu Santo en nuestro interior y dejarlo actuar, siendo esta la clave para transitar de las dudas al convencimiento, del miedo a la fortaleza, del individualismo a la comunidad creyente.
A medida que recorríamos camino, los frutos del Espíritu se iban haciendo presentes y nos inundaba esa alegría que en Emaús sintieron los bendecidos por su presencia. Esa presencia hoy es más fuerte que nunca en nuestro interior y queremos salir a proclamarla con nuestra vida y nuestro compromiso.
Recuerdo maravilloso
Durante la eucaristía presidida por el Vicario Episcopal, D. Óscar García Aguado, se nos preguntaba qué era lo que esperábamos de ese momento, y fue esa interpelación la que nos hizo darnos cuenta de que no solamente sería un recuerdo maravilloso, sino un acontecimiento vital de fe y esperanza, en el que fuimos acompañados por nuestros seres queridos.
El ser ungidos con el óleo nos hace ser conscientes de la misericordia que se derrama sobre nosotros, animándonos al compromiso individual y comunitario de ser los “alegres transmisores” de un mensaje que dignifica, salva y alienta la vida en cada uno de nosotros.