Aprovechando el Año Santo Compostelano, desde el Centro Juvenil de Salesianos Ciudad Real se planteó este verano vivir la experiencia de “El Camino de Santiago”. Tuvo lugar del 21 al 28 de julio.
Participaron un grupo de 33 adolescentes del Centro Juvenil, 8 animadores, un salesiano y dos madres que llevaron a cabo la tarea de cocina e intendencia. El tramo del Camino realizado ha constado de cinco etapas. Las últimas del Camino Francés: desde Sarria (Lugo) hasta Santiago de Compostela. Todo se ha desarrollado con normalidad y el ambiente que se ha generado entre todos ha sido de auténtica familia. Después de tantos meses de pandemia y sin poder hacer actividades extras, “si cabe todos hemos disfrutado mucho más la experiencia”, afirman desde la organización.
Adolescentes
Animadores
Salesiano
Madres
días de Camino
Caminar, recibir y dar
“¡Todo lo que tiene que ver con el espíritu salesiano me encanta, sabía que iba a ser una experiencia que no olvidaría en la vida!; ¡Compartir con todos en general esos días ha sido increíble!, confirma Ana.
Tiempo libre y reflexión
“Mucha gente cercana me había dicho que era una experiencia inolvidable y cuando me dieron la oportunidad de ir me lance sin pensármelo y, cierto… ha sido inolvidable”
Encuentro con la vela
“El Camino de Santiago me ha permitido reflexionar sobre muchos temas y conocer gente maravillosa creando vínculos que perdurarán gracias al Centro Juvenil”.
En algunos albergues han estado solos y en otros han compartido espacios comunes (nunca habitaciones) con otros peregrinos.
En la Plaza del Obradoiro
“El día 26 al llegar a la Plaza del Obradoiro todos sentimos una emoción especial en nuestro corazón: habíamos llegado a la Catedral que contiene los restos del Apóstol Santiago: habíamos logrado llegar a la meta que habíamos soñado durante los últimos días, destino de millones de peregrinos a lo largo de los siglos. Todos nos fundimos en abrazos y muchas lágrimas asomaron por la mejilla: ¡fue un momento muy especial!”, relata Antonio Esgueva, salesiano responsable de la expedición.
Es una experiencia que les ha ayudado a conocerse a ellos mismos. “Conocerme a mi misma y a los chicos y chicas del Centro”, cuenta Araceli, una de las 8 animadoras.