En esta solemnidad de Santiago Apóstol, en este tiempo jubilar en el que celebramos el año santo compostelano, quiero poner especialmente a nuestra inspectoría bajo su protección.
Santiago fue amigo, discípulo y apóstol de Jesús. Escuchó su llamada mientras estaba en sus quehaceres junto a su hermano y lo dejó todo para que Jesús fuera todo en su vida. Compartió momentos de intimidad con el maestro, cometió errores, como nosotros, al no entender que los primeros son los que sirven, pero su entrega fue hasta las últimas consecuencias bebiendo el cáliz de Jesús y dando la vida por su Señor.
Tantas personas peregrinan hacia la tumba del apóstol. Unos buscan aventura, otros espacios de encuentro con las personas, conversión, discernimiento, sanación de heridas, espacios de silencio y reconstrucción interior desde los que proyectar la propia vida.
También nuestra inspectoría está en camino. Pedimos al Señor que nos inspire y oriente para ser mejores discípulos misioneros, que nos ayude a crecer en fraternidad mientras caminamos, nos fortalezca en los cansancios y nos llene de esperanza con el horizonte de la meta.
Pido a nuestra comunidad salesiana de Santiago de Compostela, que, de una forma especial, se haga eco de todas las oraciones de nuestra amplia inspectoría, ante la tumba del apóstol: Por todos los salesianos, por nuestros jóvenes y sus familias, por los educadores, por todos los grupos de la familia salesiana, por todos cuantos con un corazón salesiano quieren seguir siendo signo de esperanza para quienes habitan nuestras casas.
¡Feliz fiesta de Santiago Apóstol!