Los modos cambian, el corazón permanece. Las circunstancias pueden condicionar la forma de vivir; pero lo importante es siempre la vida. Podríamos decir que han cambiado los tiempos, pero no nuestros corazones; se marchitan nuestras rosas, pero crecen vivos los rosales. Y eso es lo que hemos vivido en el Santuario de María Auxiliadora de Vigo durante la novena y la fiesta de María Auxiliadora, ajustadas a las exigencias sanitarias de la pandemia. Así pues, con el entusiasmo que llena los corazones de gratitud, esperanza y fuerzas para superar la gran crisis actual, participamos en la novena y fiesta de nuestra Auxiliadora.
D. Pascual Chávez, Rector Mayor Emérito, marcó, con su predicación de la novena, las líneas de una profunda devoción a María Auxiliadora. Y este contenido fervor llenó los aforos del templo para seguir, día a día, el mensaje que con acierto y elegancia nos llegaba en la celebración de la Eucaristía, animada diariamente por algún grupo de la Familia Salesiana, y amenizada por los cantos de una coral, que hallaba sus ecos en el ‘Rendidos a tus plantas’ con que finalizaba todos los días la celebración.
Y el día de su fiesta, los corazones de los devotos de la Virgen se decantaron en las interminables colas que se formaban para la asistencia a las misas y para la visita a las imágenes expuestas en sus carrozas en el patio del colegio. Sí, porque esta vez la Virgen, acompañada por Don Bosco y Domingo Savio, esperaba a sus devotos en el patio. No procesionó María Auxiliadora sino que sus amantes pasaron con pausada devoción, desgranando una oración y contemplando a la Virgen a lo largo de la tarde.
El Señor Obispo, D. Luis Quinteiro Fiuza, presidió la solemne eucaristía del día 24, a las siete de la tarde, subrayando la importancia de María Auxiliadora como Madre de la Iglesia en esta diócesis. Si a esto se añade la presencia de las autoridades civiles en nuestros festejos, se puede afirmar que Vigo convirtió esta fiesta en un acontecimiento que no ha pasado desapercibido para la ciudad.
Cuentan que la Asociación de María Auxiliadora se ha sentido muy satisfecha por los acontecimientos celebrados y da gracias a la Virgen porque nos ha permitido disfrutar de una novena y una fiesta, capaces de abrir nuestras vidas y nuestra devoción a la esperanza, antídoto excelente contra la realidad marcada por la pandemia.
Gracias, santa María, Virgen y Madre, por ser siempre Auxiliadora del pueblo cristiano. Han cambiados los tiempos, pero no nuestros corazones; se marchitan nuestras rosas, esas que llevamos como recuerdo para nuestros hogares, pero no tus rosales, Virgen gloriosa y bendita. ¡Gracias, Madre Auxiliadora!