Comentario de Domingo VI de Pascua – Ciclo A

15 mayo 2020

Un artículo de ÁLVARO GINEL, sdb, para el VI Domingo de Pascua – Ciclo A con la propuesta en tres partes: Algo de cultura religiosa, un comentario al Evangelio del próximo domingo y una propuesta para profundizar.

Cultura religiosa

Con este domingo comenzamos a aproximarnos hacia la Pascua de Pentecostés (cincuenta días de la Pascua), o Pascua Granada (de fruto que comienzan a granar), o Pascua del Espíritu (envío del Espíritu), distintos nombres de Pentecostés, como varios tenía la Pascua: Pascua (a secas), Pascua de Resurrección, o Pascua Florida (novedad, flore, vida. El nombre de Florida se lo Juan Ponce de León, descubierto de la actual Península de la Florida (USA) porque en el día de Pascua Florida, en 1513, fue descubierta).

Las lecturas del evangelio progresivamente irán haciendo mención de que Jesús no dejará solos a los suyos; enviará un Consolador. El Resucitado es el que nos envía al Espíritu.

El próximo jueves sería la Ascensión, fiesta que queda trasladada al domingo séptimo.

Evangelio según san Juan (14,15-21)

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad.

El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros.

No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

COMENTARIO

Contexto: Discurso de despedida que propone Juan. Continuación del evangelio del domingo precedente. Los discípulos están tristes porque les ha anunciado que se va. Jesús después de autodefinirse como camino, verdad y vida, trata de consolarlos con su especial presencia.

+ Si me amáis. La condición básica y esencial que pone Jesús para su presencia radica es no dejar de amarle en la ausencia. El amor hace posible todo, también guardar los mandamientos sin su presencia.

La ausencia (=entiéndase como no presencia física) es un tiempo propicio para mantenerse o para olvidarse y desviarse o “montarse” cada uno su vida. Las ausencias prolongadas entre personas no están exentas de “líos”, hay personas que en la ausencia se buscan “un lío”. Nos es difícil el amor a distancia o en la ausencia prolongada. Es una experiencia humana que podemos tocar. Por eso Jesús les habla de presencia, aunque no sea física.

Guardaréis mis mandatos … y le pediré al Padre que os dé el Espíritu de la verdad. Las dificultades de la ausencia serán superables con una presencia: con el Paráclito, el Defensor.

¿De qué habla Jesús? Primero: no estará presente con ellos corporalmente. Segundo: la fidelidad y el amor son posibles gracias a su Espíritu = la nueva presencia. Si apelamos a nuestra experiencia humana seguro que encontramos momentos en los que hemos dicho:
“Tú, cuando te pase eso, piensa en mí”. Pues algo así les dice Jesús: cuando notéis la ausencia, pensad en mí, y YO ME HARÉ PRESENTE Y OS DARÉ FUERZA Y OS DARÉ CAMINAR EN VERDAD. Sentiréis mi presencia en la fuerza, en el ESPÍRITU que os enviaré. Esta promesa de Jesús nos atañe. Lo que les dice a los suyos, nos lo dice. Echar de menos es una manera de presencia y Jesús actuará en aquellos que le echen de menos, que no le olviden.

+ Un problema: El mundo no puede ACOGER al Espíritu porque no lo conoce. El problema de los discípulos de Jésus es mundanizarse. Es decir, hacer suyos los valores del mundo, de la sociedad… y que estos valores desplacen la palabra, el pensamiento, los comportamientos de Jesús de nosotros. ¿En qué se nota hoy que una persona es creyente de otra que no lo es? El discípulo corre el peligro de no conocer ni recordar a Jesús. De hecho, es una de las cosas que preocupan más al Papa (Cfr. Evangelii gaudiun n. 81-86.93-97). Los olvidos de lo esencial y de aquel a quien hacemos esencial se realizan paso a paso, aceptando hoy un guiño de…, mañana otro, y así, sin darnos cuenta, hemos dejado sin sitio y hemos quitado sitio a quien le habíamos prometido todo: Jesús.

La experiencia humana, al alcance de la mano, (¡y sin necesidad de existir distancia física…!), nos ayuda a entender lo que Jesús previene a los suyos. Puesto que no está Jesús a su lado, los discípulos corren el riesgo de dispensarse de seguirlo y quererlo. Aquí podemos hablar de todos los detalles que la comunidad cristiana ofrece para no olvidar a Jesús: reuniones, lectura de la Palabra, oración, celebración, gestos de caridad. No hacer lo que a Jesús le gusta es olvidar a Jesús. Las cosas importantes no son primero normas. No. Primero son amor, respuesta de amor al que nos Ama. Esas respuestas nos recuerdan a Jesús, lo hacen presente y nos llenan de fuerza. ¡Pasa igual en el trato con las personas…!!! Jesús puede pasar a ser un desconocido por no ser tratado.

De hecho, hoy vemos cómo hombres y mujeres “plantan” a Jesús, lo olvidan y se van con otros “amos” más “llamativos” y que exigen menos.
Cada persona tiene su historia de fidelidad a Dios, a Jesús, a las personas. No se puede meter a todos en el mismo saco.

La promesa de Jesús es que no nos dejará huérfanos. Nos deja una presencia real e invisible. El amor tiene el poder de hacer presente al ausente “hasta el punto de no quitárnoslo de la cabeza ni del corazón”. Cuando de verdad amas, a quien amas, no te lo quitas de la cabeza ni, menos, del corazón. Y cuanto más recordamos, más acentuamos la presencia y más vivimos en su presencia y más vivo sentimos al otro. El amor se hace visible en gestos, en actitudes, en fidelidad. Es curioso que Jesús no especifica “lista” de detalles. Eso lo tiene que hacer el amor. El corazón es creativo.

El mundo no ve a Jesús, pero muchos hombres y mujeres hacen presente a Jesús queriendo, amando, echando una mano, aguantando a gente muy egoísta, sembrando bondad, paz…

Jesús pone las palabras esenciales. Queda a cada persona la especificación. Las palabras son.

AMOR – GUARDAR MI PALABRA
Para esta tarea difícil contamos con una FUERZA-UN DEFENSOR-UN PARÁCLITO-SU ESPÍRITU.

Es resto es tarea personal. Jesús no “uniforma”. Jesús no dice “hagan todos así”.

Jesús sí dice: Ama. Guarda mi palabra a tu modo, en tu realidad, según tu amor, según tus fuerzas y dones, según tu realidad y psicología.

Con este Jesús es un gustazo. Nos trata de manera personalizada, como nos gusta ser tratados. ¡¡Para quererle y no parar!!

PARA PROFUNDIZAR

Una crítica que se escucha mucho al evangelio de Juan es que es muy densa, repite mucho. Sic!
Es que Juan se mueve en el corazón de lo esencial, y ahí da vueltas, acentuando siempre lo mismo con matices diferentes. Juan nos revela lo que Jesús ES para los suyos y nos revela lo que somos. Y para entender lo que Jesús revela quizás tenemos que entender lo que somos, los comportamientos que tenemos las personas cuando amamos. Estamos hechos a imagen de Dios. No existen dos amores: el amor a Dios y el amor al prójimo. Esto no lo enseñó Jesús. El amor es uno (Mt 22,34-40; Mc 12,28-34; Lc 10,25-37). Y en Mt 25 queda bien expresado: Lo que hicisteis a uno de estos… a mí me lo hicisteis.

Nos asomamos a Dios desde la realidad humana

  • Experiencias humanas de vivir el amor en la distancia, acciones que avivan el amor y lo mantienen fuerte.
  • Experiencias de encuentro con personas que has dicho “¡Cómo se quieren!”. “Se nota que se quieren”.
  • Experiencias en las que has dicho: “A esta persona se lo nota un algo. Da gusto. Lo vive”.
  • La familiaridad con alguien, el conectar en cosas esenciales se nota en un “espíritu de circulación o corriente que alimenta” la relación.

En el fondo, lo que Jesús propone a los suyos: su presencia, su Espíritu es esencial para que nada de Jesús sea carga, sino expresión de presencia y de cariño. Cuando el otro se hace “peso” es que ha dejado de existir. Jesús-carga es un Jesús poco descubierto como amor. Él suele cargar con nuestras cargas y aliviarnos.

Señor, tú no lo dejas todo atado y bien atado.
Tú respetas la libertad.
Tú crees en el amor porque nos has amado hasta el extremo.
Tú nos dejas libres sin llevarnos de la mano,
pero nos tiendes la mano.
Tú solo entiendes las ataduras del amor.
Tú te haces presencia allí donde el amor está vivo.

Y tú conoces nuestra fragilidad
y los “peligros de volvernos a otros dioses”,
como lo hicieron los hombres y mujeres
que atravesaron el desierto
volviéndose cada poco atrás, olvidando tu amor
y salpicándose con amores falsos.

Señor,
Tú previenes y prometes.
Tú te hace presente por el Espíritu.
Tú no quiere que vivamos la ausencia de Dios.
Tú no quiere que te echemos de menos,
ni que vivíamos como si no existieras.
Tú nos ofreces un Defensor.

Señor, no nos dejes huérfanos.
Mándanos al Espíritu defensor…
el que nos hace recordar tu amor
y vivir siempre eligiendo el amor
en una realidad mundana.
Que se cumpla en nosotros:
“Tú estás en el Padre, nosotros en ti
y tú en nosotros”.

Descarga la “Reflexión de Álvaro Ginel para el Domingo 6 de Pascua”

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