¡Feliz Pascua de Resurrección!

11 abril 2020

El 12 de abril de 1846 era también Domingo de Pascua. Una semana antes D. Bosco había llorado de impotencia sintiéndose «solo, sin fuerzas, en un estado de salud deplorable y sin saber donde reuniría en lo sucesivo a sus muchachos». Las dificultades encadenadas no le habían hecho caer ni en la tentación de buscar un atajo con soluciones más cómodas, ni en la desesperación y el desencanto. Aquel lejano día de Pascua, en el que por fin D. Bosco tuvo un lugar estable, se convirtió en un punto de partida humilde y sencillo… pero lleno de esperanza porque «aunque la iglesia fuese una auténtica miseria, tenía la impresión de que se trataba verdaderamente del lugar donde en sueños vi escrito: “Haec est domus mea, inde gloria mea”».
 
Comparto con vosotros que, a pesar de las dificultades, cada vez me siento más orgulloso de mi vocación salesiana. D. Bosco es fascinante y los que somos sus hijos, al recordar las lecciones del padre, sentimos cómo se enardece nuestro corazón. Aquel primer día en Valdocco fue, para él, el punto de partida de una verdadera escuela de santidad juvenil. El inicio de una vida totalmente compartida con los jóvenes y que se traducía en detalles muy concretos con los que se vivía la cercanía y el cariño que ellos demandan. En Valdocco se gestó un gran movimiento de personas comprometidas por el bien de los jóvenes: Allí nacimos todos y lo hicimos con los jóvenes como cofundadores de nuestra Congregación.
 
Hoy es 12 de abril, Domingo de Pascua. Como le pasó a D. Bosco hace 174 años, también nosotros hemos llorado en estos días con lágrimas de dolor e incertidumbre. Hoy celebramos la Resurrección del Señor que nos dice: «no tengáis miedo». Con esta alegría de la Pascua, queremos mirar hacia adelante, compartir la esperanza de algo nuevo y llegar, como hizo D. Bosco, a nuestro Valdocco. Porque Valdocco es mucho más que una palabra o un recuerdo histórico. Es un espíritu, un icono, un criterio para orientar nuestra vida. Como Congregación hemos regresado físicamente a Valdocco para celebrar nuestro 28º Capítulo General y cada uno de nosotros, como salesianos, estamos invitados a que desde la situación concreta en que nos encontremos, vivamos este retorno personal a Valdocco para iluminar nuestra propia vocación.
 
Hoy puede ser un punto de partida para renovar nuestro ser hijos de D.Bosco y así vivir con mayor autenticidad nuestra vida. D.Bosco nos necesita a todos, a cada uno, ¡hasta el último aliento! La sociedad necesita más que nunca nuestro testimonio personal y comunitario; el impulso de toda nuestra Familia Salesiana; la radicalidad de nuestra vida y de nuestro trabajo por los jóvenes. Os invito a que resuene en nosotros esa llamada a hacer de cada una de las casas en que vivimos, un nuevo Valdocco. Es decir:
 
Un sitio donde, ante todo, sea posible encontrase con personas cercanas, creíbles, fraternas… Los jóvenes nos necesitan como salesianos no solo por lo que hacemos, sino sobre todo por lo que somos. Ojalá, la carta de Roma rezada e interiorizada por cada uno personalmente en estos días, sea el principio inspirador del retorno a la vida cotidiana cuando todo este confinamiento haya pasado.
 
Un lugar donde no se defrauda la búsqueda de Dios de muchas personas. La mente pedagógica de D. Bosco le llevó a madurar iniciativas diversas para facilitar el encuentro de los jóvenes con Jesús. Tal vez, todo lo que estamos viviendo esté despertando necesidades espirituales en muchas personas, que nuestra Familia Salesiana está llamada a educar y a acompañar con creatividad pastoral.
 
Un espacio en el que se cuida el ambiente de familia, donde se suman las iniciativas y se vive la fraternidad. Un sitio en el que se tiene en cuenta lo que realmente es importante y se deja atrás todo lo que nos pueda llevar a conflictos, envidias, rencillas, problemas entre nosotros que no conducen a ningún lado…
 
Una casa pensada y habitada con y para los jóvenes, que vive de verdad ese criterio oratoriano que hace de cada uno de nuestros ambientes una casa que acoge, una parroquia que evangeliza, una escuela que encamina hacia la vida y un patio donde encontrarse como amigos y pasarlo bien. (C40)
 
El mundo ha cambiado en estos días. Algunos efectos serán evidentes e inmediatos, sobre todo los de impacto económico. Otros permanecerán ocultos en las personas por las heridas generadas por el dolor y el sufrimiento. Nosotros también hemos cambiado en estos días. ¡No podremos volver a las rutinas de nuestra vida como si nada hubiera pasado! Son muchas las lecciones que podemos haber aprendido, si somos capaces de leer la realidad en clave vocacional, desde la respuesta que cada uno estamos dando a Dios con nuestra propia vida.
 
Hoy es Domingo de Pascua y somos muy conscientes, como nos dijo el Papa Francisco, que «su resurrección no es algo del pasado; porque entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto» (EG 276).
 
Pueden parecer solo palabras… pero esa fuerza de la Resurrección fue en D.Bosco hace 174 años, el motor que le llevó a no desfallecer. Solo el Señor puede iluminar nuestra vida y convertirnos a cada uno en sus testigos en medio de los jóvenes, en medio de la gente.
 
¡Feliz Pascua de Resurrección! Un fuerte abrazo para todos.

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