Sentimos profundamente su pérdida, y le encomendamos al Señor y a nuestra Madre Auxiliadora. Ha sido un salesiano que ha amado profundamente la congregación y se ha entregado celosamente a todas las tareas que la obediencia le ha encomendado. Todavía le quedaban muchas fuerzas para poder seguir trabajando, pero ahora nos ayudará desde el cielo.
La comunidad salesiana y su familia sentimos su muerte y creemos en lo que Jesús proclama en el Evangelio: “Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque haya muerto vivirá.” (Jn 11, 25)
Damos gracias a Dios por la vida y la vocación salesiana de nuestro hermano Chema, y le pedimos que lo acoja en su Reino.