En la víspera de este domingo quiero hacerme presente entre vosotros para trasmitiros unas palabras de Buenas Noches que me brotan del corazón. La ausencia del ruido de nuestros patios, de la convivencia fraterna habitual, de la posibilidad de visitar a personas que queremos y nos necesitan… pone de manifiesto lo que realmente es importante en nuestra vida y la calidad de nuestro corazón salesiano. Añorar, sin duda, significa querer…
Comparto con vosotros una experiencia personal. Hace dos días tras varios intentos, conseguí enseñar a mi madre a coger una videollamada por medio del whatsapp. Este estado de alarma les ha pillado solos, lejos de sus dos hijos y lógicamente con muchos miedos por su edad. Una situación que es común para los que aún tenemos padres. Aunque desde que volví del Capítulo estamos en contacto telefónico más frecuente, os podéis imaginar su emoción y la mía, cuando conseguimos que nos viéramos el rostro a través de la pantalla del móvil… ¡Qué poca cosa y cuánto lo valoramos en estas circunstancias! También en estos días, un hermano desde una de nuestras casas, me escribía estas palabras sobre la situación que estamos viviendo: “No es fácil, no, echo muy en falta a los niños, jóvenes, profesores, mi familia… Esto me servirá para quererlos más. Seguro”. Estoy plenamente convencido de ello y de que estamos dispuestos a mirar siempre hacia adelante para salir de esta situación con una vida más auténtica y más de Dios.
Este IV Domingo de Cuaresma lo celebraremos sin Eucaristías en los templos y somos conscientes de que así seguiremos en los próximos días. Pese a esto, creo que esta Cuaresma va a ser única en nuestra vida en ese camino de acercarnos cada vez más a Dios. Para muchos cristianos este domingo será un día de entrar en su cuarto, o no poder salir de él, y allí rezar al Dios que ve en lo secreto… Contemplar a Jesús desde la realidad que cada uno está viviendo, con nuestras dudas, miedos e inseguridades y acabar diciéndole como hizo aquel ciego de nacimiento: “Creo, Señor”. Cuántas veces mi oración ha sido rutinaria, movida más por la inercia del horario que por la conexión con la vida. Os invito, hermanos, a que, aunque nos falten muchas cosas que son importantes para nosotros en nuestra vida salesiana, estos días nuestra oración brote desde la vida para que las angustias de tantas personas se iluminen con la esperanza que brota del único que puede devolver la vista, porque Él es la luz del mundo.
Termino este pensamiento de Buenas Noches con unas últimas palabras de ánimo por todos los esfuerzos que estáis llevando a cabo en nuestras comunidades para afrontar esta situación que nos está tocando vivir y que continuará en el tiempo. Que nos sintamos más unidos que nunca como hermanos de la inspectoría en cada una de nuestras comunidades. Que recemos por nuestros hermanos enfermos y por las comunidades más afectadas, especialmente donde la muerte nos está visitando y tenemos que despedir a hermanos sin poder reunirnos para homenajearlos como su vida merece. Que tengamos presentes a nuestra familia salesiana, educadores, a nuestros niños y jóvenes que son la razón de ser de nuestra vida. Que valoremos todo lo que otras personas están haciendo por nosotros. Echamos de menos tantas cosas que probablemente en el futuro las daremos mucho más valor. Este domingo no podremos darnos la paz en la Eucaristía, pero seguro que cuando de nuevo, llegue el momento de poder volver a hacerlo en cualquiera de nuestras misas comunitarias, ese signo, será algo más que un rito rutinario.
Para todos vosotros, con mucho afecto