Residía desde hacía años en la Casa de Salud de Santiago el Mayor en León. En las últimas semanas se le ha ido notando un deterioro y debilidad muy grandes, que hoy han tocado a su fin. Ahora descansa ya en el Señor de todas sus fatigas. Seguro que está ya regalando a la Virgen María y a todo el personal celeste alguno de los centenares de rosarios que ha fabricado en estos años con sus propias manos…
La comunidad salesiana y su familia sentimos su muerte y creemos en lo que Jesús proclama en el Evangelio: “Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque haya muerto viviráQ (Jn 11, 25)
Le encomendamos al Señor por medio de nuestra Madre Auxiliadora.