Cultivar el discernimiento
Koldo decía e s charla que el discernimiento no es una moda, ni solo una metodología, sino que sobre todo es una actitud interior que tiene su raíz en un acto de fe. Y si queremos saber cómo caminar “junto a los laicos en la misión y en la formación” necesitamos cultivar una actitud interior asentada en la fe. El discernimiento consiste en abrir nuestro corazón a Dios para “sentir y gustar” su presencia y su acción en nosotros. El discernimiento también consiste en dejar que el Espíritu transforme nuestros sentidos, haga que pasemos del “oír y ver” a “escuchar y mirar”; transforme nuestra mentalidad para pensar de otra manera; transforme nuestras opciones para recorrer no nuestro camino sino su camino. Pide al Señor que te ayude porque tú quieres abrir tu corazón a su presencia.
Recorrer el camino de la humildad
Necesitamos recorrer el camino de la humildad. Solo podremos recorrer el camino de la humildad si no nos situamos en la altura y la distancia sino más bien en la cercanía y la colaboración. El camino de la humildad hace que el perdón y la misericordia de Dios lleguen a nosotros; propone hacer memoria agradecida del camino que Dios ha hecho con nosotros animando a la colaboración con laicos; invita a dejarnos acompañar por la Iglesia que hoy está proponiendo el camino de la sinodalidad.
Desplegar la vida desde la vocación
La vida está bien asentada en Dios. La vocación es el regalo que Dios nos dona junta a la vida. El tema de la vocación está teniendo una gran actualidad en la Iglesia del siglo XXI. Siguiendo la ruta trazada por el Concilio Vaticano II, el papa Francisco propone situar todas las vocaciones a la luz del bautismo y dentro del Pueblo santo de Dios. Este pueblo ha sido bendecido con distintas vocaciones. “Yo te elegí antes de que nacieras” (Jer 1,5). Si nos dejamos inspirar por el profeta Jeremías tendremos que reconocer que en nuestras entrañas más profundas esta dibujada nuestra vocación. En este sentido se entiende bien la expresión del papa Francisco: “Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo” (EG 273). Acercarse y tocar estas entrañas permite descubrir y acoger la propia vocación. La vocación es un camino caracterizado por disposición que nos lleva no tanto a decir “yo soy” sino a decir “aquí estoy”. La Escritura lo recuerda constantemente.
Habitar y compartir la tienda de la misión
Vocación y misión están inseparablemente unidas, como la cara y la cruz en una moneda. Tenemos que constatar con alegría que en este tiempo crece la conciencia misionera en la Iglesia y en nuestra misma familia salesiana. No podemos olvidar nunca que la vocación y la misión nacen del Señor. No podemos entender la misión como una concesión generosa de nuestra parte. Lo que sí podemos hacer nosotros es “habitar y compartir la tienda de la misión”. El Espíritu Santo quiso que en Valdocco germinara y brotara la vocación salesiana a favor de los jóvenes pobres. Don Bosco supo acoger aquella llamada y también supo compartirla con muchos jóvenes y con no pocos laicos de diversas condiciones sociales y estados de vida. En Valdocco florecieron muchas vocaciones consagradas y laicales a favor de los jóvenes. Don Bosco solía repetir: “Yo he tenido necesidad de todos”.
Vivir con alegría y esperanza
El papa Francisco habla mucho de la alegría. Cuando lo hace habla de Jesus y de su Evangelio. El Evangelio es siempre un mensaje de alegría. El motivo de la alegría cristiana no es tanto la Iglesia sino Dios tal como se ha revelado en Jesucristo. Jesus es la causa de nuestra alegría. No olvidemos que en Valdocco se vivía con naturalidad la alegría. Don Bosco supo comunicar a sus jóvenes la importancia de la alegría cuando la vida cristiana está centrada en Jesus. Este mensaje lo captaron los jóvenes del Oratorio. Nos sorprende que Domingo Savio, un joven de catorce años, haya sido quién mejor haya sintetizado la fuente de la pastoral salesiana. “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”. No son las palabras de un teólogo sino las de un muchacho. Él quiere comunicar a sus compañeros la experiencia que está viviendo. La vida junto a Jesus, la vida de gracia va acompañada de alegría. Todavía podemos leer en los pórticos de Valdocco: “Servir al Señor con alegría”.