Autofotos

10 marzo 2017


Hace poco se ha encontrado una nueva utilidad, hacerse autofotos o autorretratos (me resisto a ponerlo en inglés teniendo palabras castellanas). Antes se ponía la cámara en modo de cuenta atrás y así tú podías también salir en la foto. Ahora no hace falta ni eso. Con tu “móvil-inteligente” estiras el brazo, o compras un palo apropiado, y, ya está.

Esta moda que está proliferando y de qué modo, hasta el Papa Francisco se hace autofotos con todo el que se lo pide, me hace preguntarme si no estará aumentado o saliendo a flote ese narcisismo, “mirarse el ombligo” dicen otros, que todos llevamos dentro. Y si a esto le añadimos el subirlas luego a las redes sociales, pues no te quiero contar. Se convierten en objeto de admiración, alabanza, crítica, o acoso y maltrato, que todas las posibilidades tiene este bendito invento: “Yo comiendo”, “Yo con mi mejor amiga”. Yo…, yo…, yo…

Curiosamente se produce esta paradoja en nuestra sociedad, somos muy celosos de nuestra intimidad e independencia por un lado y exponemos sin ningún rubor nuestra intimidad, en las redes sociales, por otro. Tenemos una ley de Protección de Datos con no sé cuántas penas y multas y, luego, nos exponemos alegremente, sin problemas, en el escenario de la redes sociales. Nos quejamos amargamente de nuestra indefensión, pero caemos en la trampa de nuestra vanidad o narcisismo en las redes.

Este comportamiento, según algunos psicólogos, parece expandirse como una plaga en la sociedad, tanto individual como colectivamente y no solo ente los adolescentes y jóvenes que inundan las redes sociales con todo tipo de imágenes y manifestaciones, como una manera de afirmar su personalidad, sino también en los adultos. Basta con observar el consumismo rampante, la autopromoción en las redes sociales, y la búsqueda de la fama a cualquier precio en programas de la tele.

Ciertamente no todos los que se hacen autofotos son narcisistas, solo faltaba. Pero esta práctica continuada puede alimentar el narcisismo. En las redes sociales podemos mostramos como queremos que nos vean. Esa imagen perfecta, alegre, desenfadada, que queremos que los demás tengan de nosotros, puede alterar la que tenemos nosotros de nosotros mismos, puede generar dependencia y temor, ante el vacío de respuesta a nuestras manifestaciones. (No tengo “me gusta”).

Acabamos de comenzar la Cuaresma, el miércoles pasado fue Miércoles de Ceniza, tiempo de interioridad, de autenticidad, de llamar a las cosas por su nombre, de menos imagen y más realidad, de dominio de uno mismo. Qué os parece si hiciéramos un propósito de hacernos menos autofotos y más fotos a los demás. De prestarnos un poco menos atención a nosotros y más a los demás, a sus problemas, sin afán de cotilleo, solo echar una mano generosamente a quien lo pueda estar necesitando. ¡Buena Cuaresma!

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