A las 17.45 horas comenzaba la celebración de la Eucaristía presidida por Samuel Segura, vicario inspectorial, con la concelebración de los salesianos presbíteros de la comunidad de Arévalo. Las enfermeras que cuidan de los hermanos estuvieron todas presentes y colaboraron en la celebración.
En la homilía se nos recordó la perseverancia de don Felipe Rinaldi para poder alcanzar los proyectos que Dios tenía para su vida.
Tras la Fiesta eucarística, llegó la otra fiesta, una merienda compartida para todos los asistentes, amenizada por los cantos tradicionales (villancicos incluidos) y los gestos de cercanía y ternura de las enfermeras encargadas del cuidado de los hermanos.
“El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo…” (Mt, 13,44). Y es que el tesoro de nuestra inspectoría no lo tenemos que buscar más, pues está en Arévalo, en León y en Logroño, en nuestras casas de salud. No nos preocupemos por las obras, ya que nuestro tesoro son las personas, esas que hacen grandes las comunidades, los colegios, los oratorios, las parroquias. Los salesianos que han dado su vida a Dios por los jóvenes y siguen ofreciendo hasta su último aliento al Señor. Ellos son el corazón verdadero, el impulso de todos nuestros esfuerzos, son la sangre que circula por nuestros brazos para trabajar por el Reino. Son los hermanos mayores y enfermos, los primeros de la Inspectoría, los primeros de Jesús, son Jesús en la cruz. Y ya no caben en la casa, se nos queda pequeña, pero no es que lo sea, sino porque ellos son inmensos, pues el cielo no cabe en ninguna mansión.
Muchos han descubierto este tesoro, y lo visitan, y lo contemplan, y lo comprenden. Gracias a los hermanos que seguís pasando por aquí a saludar a los primeros, a los preferidos de Dios, los que queréis gustar las delicias del cielo. Os esperamos con los brazos abiertos.
Momentos de la fiesta desde ESTE ENLACE.