En la tarde del 14 de noviembre, a las 16,30h. cuando ya los alumnos han salido de clase y regresan a sus casas para la merienda, toda la Comunidad Educativo-Pastoral de Ciudad de los Muchachos, se reunía en el salón de actos del colegio para “lanzar” a toda la comunidad, el camino para la elaboración del Proyecto Educativo-Pastoral salesiano de nuestra Obra Salesiana de Vallecas.

Fue un acto sencillo, en el que tras una motivación adecuada con el ejemplo de los gansos que, volando en “V” en sus larguísimas migraciones, se ayudan unos a otros de modo admirable para conseguir su objetivo, nos pusimos en manos del Espíritu Santo, como verdadero animador y guía la tarea que se nos viene por delante.

En este sentido era fundamental que todos tomáramos conciencia de lo que tenemos entre manos, como algo que es importante y que nos afecta profundamente a todos en orden a la misión que nos ha sido confiada por el Señor de cara a la educación de nuestros destinatarios, y lo que significa trabajar en equipo, todos en una misma dirección, con un solo objetivo. De este modo, sintiéndonos todos implicados en el proceso de esta importante labor, se nos presentó el calendario a seguir y los pasos a dar, a lo largo de todo el curso.

Daba gusto observar a todo el personal implicado en esta tarea, desde las señoras de la limpieza y todo el personal de administración y servicios, en su fundamental labor educativa, pasando por los animadores del Centro Juvenil, de CACE y animadores deportivos, hasta el profesorado, los coordinadores y directores pedagógicos de las distintas secciones. Tan diversos, pero todos dispuestos a trabajar en una misma dirección para diseñar conjuntamente, desde los diversos ambientes y secciones, un plan de trabajo a cuatro años, en el que definiremos los objetivos y líneas de acción de nuestra actividad educativo pastoral en la Obra Salesiana que compartimos.

El acto concluyó con una sencilla oración, escuchando y contemplando el salmo “El Señor es mi Pastor, nada me falta”, conscientes de nuestra pequeñita aportación, como gota de agua del océano, pero decisiva, en la labor pastoral con nuestros destinatarios.