Han pasado exactamente 1.871 personas durante los dos días. Un trasiego continuo de grupos que no daban tregua a los chicos que dentro de la casa, disfrazados y maquillados en las diferencias estancias de un hospital psiquiátrico, conseguían impactar y asustar a todos. Cada sala había sido preparada y decorada por un grupo de chicos con algunos animadores: un trabajo ingente durante las semanas y días previos que se vio recompensado por el reconocimiento de todos los que han pasado por el pasaje.

Lo mejor de todo: el clima de colaboración entre los chicos del Centro y los animadores, el sentido de pertenencia, el trabajo en equipo, la capacidad de esfuerzo, la amistad y los lazos que se crean, la creatividad a la hora de decorar las salas o preparar los disfraces o maquillajes; las risas y los sustos… A fin de cuentas el pasaje sirvió una vez más como pretexto para hacer aflorar tantos valores propios de un centro juvenil salesiano.