Voluntariado misionero Salesiano en México

23 julio 2016


Se han insertado totalmente en la vida de las comunidades y en las actividades de los oratorios salesianos repartidos por los distintos lugares. La comunidad salesiana anima 6 oratorios y el Desayunador en Tijuana, 3 oratorios en Ciudad Juárez y múltiples actividades con jóvenes en riesgo, y un oratorio coordinado por salesianas cooperadoras en Huatabampo.

Al visitar y compartir vida y misión con nuestros voluntarios, vamos descubriendo la realidad de comunidades salesianas vivas, creativas, con múltiples frentes a los que están atendiendo. En todas estas actividades, los niños y adolescentes que se atienden se cuentan por centenares, y los jóvenes voluntarios venidos de distintos centros de la inspectoría de Cristo Rey y María Auxiliadora de Guadalajara, forman toda una experiencia apostólica, vocacional, misionera, social de gran valor salesiano.

En los escasos 10 días que llevo en México he tenido ocasión de visitar varias presencias. Llama poderosamente la atención el trabajo de promoción social que realizan los salesianos. En Tijuana, junto a nuestro querido Jesús Arambarri, que atiende el Desayunador del Padre Chava, donde diariamente se atiende a más de mil migrantes en distintos frentes asistenciales y promocionales, hemos podido comprobar el maravilloso servicio que se presta, no sólo desde el punto de vista humanitario en cuanto a un alimento diario a tantas personas, sino también la posibilidad de trabajar la recuperación de la dignidad personal de quienes por diversos avatares han perdido sus derechos a residir en un país que les asegure la subsistencia digna a ellos y sus familias. Una realidad de frontera, migración, justicia social, que día a día pone a prueba la capacidad de hacer frente a las dificultades que se presentan.

Esta experiencia misionera está siendo para mí un baño de salesianidad, de trabajo social, de inserción en una realidad de frontera y me llena de alegría comprobar que los salesianos en México dan honra a lo que les caracteriza: la acogida generosa, cordial, fraterna y su gran sensibilidad humana, detallista y fuertemente misericordiosa. Pongo un ejemplo: en Los Mochis aún recuerdan con mucho cariño a Francisco Javier Zapata que estuvo trabajando aquí durante unos cuantos años. El agradecimiento, pues,  es también una seña de identidad.

Por ultimo, quiero destacar el valor de los jóvenes voluntarios de aquí y de allí que con gran generosidad y motivación apostólica afrontan calor, incomodidades, renuncias y sacrificios, con gran alegría y total entrega. Entre éstos, todos los hermanos jóvenes en formación (tirocinantes y diáconos principalmente), trabajan en estos proyectos en medio de los voluntarios. Sin duda es un testimonio vocacional de mucho influjo.

Seguiremos informando. Saludos a todos y recuerdos en la oración.

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