Arturo Alonso, presentado como director en Ciudad de los Muchachos

18 julio 2016

En medio de las turbulencias de una sociedad marcada por el individualismo, la falta de consenso político, el paro laboral y  el reciente acto terrorista de Niza; ante la incertidumbre de un futuro frágil, la pequeña comunidad cristiana de la Casa Salesiana Ciudad de los Muchachos se reúne en torno al altar para continuar proyectando el Reino de Dios en la Misión Salesiana encomendada por Dios en esta parcela. El objetivo es darle gracias por el director saliente, don Basilio Díaz Rollán, y también, la presentación del nuevo director de la casa, don Arturo Alonso Abad.  Y, naturalmente, pedirle su ayuda, bajo la protección y la guía segura de la Virgen María, que nunca faltará, de cara a la nueva etapa que comienza esta Obra de Vallecas. La celebración tiene  lugar en la Capilla del Colegio, presidida por el Sr. Inspector, don Juan Carlos Pérez Godoy, a las 13:00 h. del 15 de julio. Nos acompañaba don José María García, secretario inspectorial, algunos hermanos de la Comunidad Salesiana de Estrecho, los padres de Arturo (Amparo y Arturo) y algunos familiares suyos; representantes de la Familia Salesiana, del Centro Juvenil, de la Asociación de Padres, del Equipo de Calidad y del Equipo Directivo.
 
Cabe destacar las palabras del Sr. Inspector, que resumía todo lo que había ido diciendo con la mano en el corazón, en aquella anécdota y aquellas palabras significativas de don Bosco cuando, en 1863, abrió la primera casa fuera de Valdocco. Mucha gente veía con incertidumbre la fundación de cualquiera otra casa, fuera de Valdocco, porque eran conscientes de que don Bosco no podría multiplicarse y, además, porque estaba el tema de la financiación, tan precaria y pendiente siempre de la Divina Providencia.  Don Bosco elige al joven Miguel Rúa para ser el director de la nueva presencia del Oratorio fuera de Valdocco, y este le pregunta: "–¿Qué tengo que hacer?"  –"¡Ser otro don Bosco! Además, te voy a dar tres ayudas muy especiales: En primer lugar, un grupo de salesianos, compañeros tuyos. Aquí tienes los mejores salesianos. (Aquí viene la apostilla del Inspector: ‘Y vosotros, comunidad de Ciudad de los Muchachos, con perdón de las demás comunidades, sois los mejores salesianos’). En segundo lugar, un grupo de jóvenes de los que han crecido y se han formado en Valdocco, para que sean el fermento de un ambiente que favorezca la educación en todas sus posibilidades; y en tercer lugar, igual que mamá Margarita se vino conmigo, tu mamá, Juana, se irá contigo". Y aquí era obligado el inciso: "Tú, Amparo, (mamá de Arturo) estarás acompañándolo en todo momento". Fue entonces cuando don Bosco le dijo a Miguel Rúa el truco para una buena gestión: "Procura hacerte amar".

Por su parte, don Basilio dijo tres palabras mágicas, cargadas de sentido. "Gracias", la primera. Y pasó enumerando las gratitudes. “Perdón”, la segunda, por las veces en que haya podido no estar a la altura de las circunstancias o de las expectativas. "Ayuda", la tercera: "Allí donde nos encontremos, debemos ayudarnos unos a otros".

Y, finalmente, Arturo puso la guinda en esta celebración entrañable en torno a la mesa eucarística: Ahora no fueron tres (número de la Trinidad), sino cuatro los pensamientos testimoniales ofrecidos por Arturo, como un programa de vida para esta nueva etapa en la Obra salesiana de Vallecas: "Vengo a estar a disposición", la primera. "Vengo a servir, y a no ser servido", la segunda; "Cuando fui ordenado de sacerdote, tomé como lema aquel dicho de Jesús: ‘Si el grano de trigo no muere, no puede dar fruto’"; y aquello de: "Quiero ser de aquellos ‘pastores’ que dan la vida por las ovejas", la tercera. Finalmente,  "como el papa Francisco, quiero pediros a todos que recéis por mí, para que pueda dar los frutos que Dios espera de mí para vosotros y para todos nuestros destinatarios".

Y "después de la misa, la mesa", como se dice. En ambiente de familia, dimos rienda suelta a la alegría del compartir la comida y los brindis, con el bullicio alegre y simpático de los sobrinos de Arturo, degustando las delicias de la mesa que nos había preparado Óscar y su equipo.

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