Es difícil reflejar con fidelidad y enteramente lo que ha sido el día de María Auxiliadora en la presencia salesiana de Estrecho, y más para quien es el primer año que la vive aquí. Lo más cómodo es presentar sin más el programa de las fiestas, pero en él no se advierten tantos sentimientos que hoy han inundado a los tantos y tantos adictos a M. Auxiliadora, que han pasado por aquí en el día de hoy.
Sonrisa abierta, felicitaciones, actividades culturales, deportivas y, sobre todo, religiosas han proporcionado un ambiente agradable y lleno de gozo y satisfacción. Se ha podido ver exteriormente, pero todos sabíamos que provenía del gran esfuerzo realizado por los responsables de cada sección y la magnífica y espontánea colaboración de muchísima gente adscrita a estos grupos: alumnos, educadores, profesores, catequistas, fieles, jóvenes… que han hecho una programación ambiciosa, muy amplia y muy bien realizada.
Además, a lo largo del día ha sido un tropezarse continuamente con gente de diversas edades que vinieron a participar de la fiesta, en particular a ponerse un rato delante de su imagen y decirle algo, como lo hicieron cuando fueron alumnos hace ya no se sabe cuántos años. Personas de cerca y de lejos, de otras provincias de España y de otros países lejanos; antiguos alumnos, sobre todo, de hace poco y de más de ochenta años, que tenían que manifestar al salesiano con el que se encontraban la necesidad que habían sentido de "ver a María Auxiliadora".
Gratitud y satisfacción por ser devotos de Ella, es lo que proclamaba su sonrisa y el gozo de sentirse ricos y seguros en la vida confiar en María Auxiliadora.
