Salesianos Cooperadores que cooperan

5 abril 2016

¿Cómo ha surgido esta colaboración y en qué ha consistido?
Cuando éramos más jóvenes ya estuvimos en Molinicos (Albacete), en 1987. Un sacerdote de allí,  nos pidió ayuda y, comprendiendo la complicación que supone para los sacerdotes del entorno rural poder llegar a atender a todos los pueblos que tiene asignados, respondimos a su llamada y allí nos fuimos varios cooperadores del Centro de Plaza Castilla con los dos bebés que en aquel momento había en el grupo. Después se repitió la experiencia de colaboración con la iglesia diocesana rural en varias ocasiones.  En el 1992 nuestro grupo, junto a José Luis y Francisco Escribano, ambos SDB,  acudimos a Santo Tome del Puerto, estando de párrocos Daniel Sacristán y Alfonso Águeda, repitiendo varios años, Fue una experiencia de servicio al pueblo, también de convivencia entre nosotros; nuestras familias crecían, cada vez más niños que también compartían comida, habitación, tienda de campaña, juegos, y celebraciones en la iglesia; vivíamos como una verdadera familia, los chicos entonces entre ellos se consideraban primos.
 
Teníamos organización de trabajo: se formaban cuatro equipos que rotaban en las tareas: Uno el párroco; otro grupo, algún seglar y el coche con el salesiano; el tercer grupo los cooperadores que hacían Celebraciones de la Palabra, viacrucis, etc.; el cuarto grupo de cooperadores era el encargado de la intendencia para que los 10 o 12 adultos, más los niños y bebés,  estuviéramos cuidados y  la comida lista.
Los niños fueron creciendo y esto complicó la disponibilidad de los seglares y también los destinos de los salesianos no les permitían abandonar la comunidad, porque allí también eran necesarios, así que dejamos de atender este servicio. Pero este año hemos tenido de nuevo la llamada de Edilberto Parada, nuestro párroco, un colombiano misionero en Castilla, y hemos podido responder de nuevo
 
¿Cómo han valorado los feligreses vuestra disponibilidad?
A los habitantes de los pueblos, al principio les costó un poco entender qué hacíamos allí;  hace 24 años, en un entorno rural, la "actuación” de los seglares extrañaba, pero al año siguiente estaban esperando nuestra presencia con alegría, pues respetando siempre las costumbres y tradiciones suyas, les agrada descubrir otro estilo y se manifestaban  muy  contentos y agradecidos porque así podían vivir la Semana Santa  de otra manera, decían.
Ahora y aún pasados tantos años algunos recuerdan las vivencias y anécdotas de aquellos años y los que no, agradecidísimos también y felices con nuestra colaboración
 
¿Cómo la valoráis vosotros?
Creemos que es una actividad importante y muy beneficiosa para todos.
Lo primero para los habitantes de la zona que así pueden celebrar la Resurrección mucho más acompañados; les ayuda a cambiar el concepto de Iglesia y, durante unos días, a cambiar el estilo y la persona que les atiende día tras día.
 
Para los párrocos rurales, una ayuda impresionante, porque es imposible llegar, por mucho que se corra, de un pueblo a otro, a todos los oficios y procesiones incluidas. Además que por unos días como persona y como sacerdote se sienten acompañados y pueden tener con quien hablar y festejar, porque de todo hay en estos días.
 
Para nosotros la satisfacción del servicio, de vivir la Pascua compartida con los demás, de dar un poquito de nosotros y ser testigos del Resucitado, y como salesianos seglares   llevar el estilo salesiano a lugares donde no hay casa salesiana.
 
Y para el grupo de Salesianos Cooperadores de Plaza de Castilla, sin duda nos ha ayudado a crecer juntos en nuestra vocación y en consolidar el sentido de pertenencia a la Familia Salesiana y por supuesto  a la Iglesia Universal. Concluimos: esta experiencia es una alegría para el cuerpo y para el alma.

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