Los del otro lado

23 octubre 2015


Trabajan calladamente desde la dureza del día a día y son capaces de mantener la ilusión a pesar de las mil tragedias que les rodean. Son sembradores de esperanza y testigos de misericordia en lugares en los que impera la violencia y el horror.

Mientras en nuestras latitudes hay administradores de lo público que se enfrentan en el púlpito de los medios, eximiendo reivindicaciones políticas a la vez que ocultan sin sonrojo sus corruptelas y ganancias; mientras actores mediocres se afanan en escandalizar en las redes con tuits maleducados y soeces; mientras a nuestras playas se acercan rostros famélicos huyendo del miedo y reflejando la angustia…mientras todo esto ocurre nuestros amigos siguen allí, al otro lado. Siguen abrazando a los que se quedan, a los que no tienen fuerzas ni posibilidades para huir. Siguen curando, consolando, construyendo, educando, abrazando y regalando la vida a girones, dejándosela entre los más pobres.

Hace años decidieron que se iban, que cogían el montante de su historia para ser, desde una fe en Dios y en el hombre extraordinarias, embajadores de la ternura en rincones del mundo despedazados por el odio.

Y hoy siguen allí, combatiendo el hambre, el dolor y la miseria. Con sus palabras y sus vidas, hacen sonrojar a un primer mundo enriquecido gracias a la ruina de los de ese lado. Si uno cae, como tantos en sus pueblos, víctima de las balas o las torturas, otro llega a ocupar su lugar.

Viven en Siria, Libia, Irak, Líbano, Nigeria, República Centroafricana…en ese lado cuyos nombres estremecen al ser pronunciados.

Benditos misioneros y misioneras. Son el testimonio transparente que en este mundo nuestro los pobres de todos los credos y religiones tienen valedores que creen en su dignidad y caminan junto a ellos, compartiendo el dolor y la esperanza a la sombra de la cruz.

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