Tras las huella de santa Teresa

27 abril 2015


El Día de la Comunidad ha conducido a la Comunidad de Salesianos Pizarrales-Salamanca por tierras de Ávila, tierra de santos y de cantos.

El 23 de abril, es la Fiesta de Castilla y León, el día en que se celebra la Batalla de Villalar, en la que la burguesía castellana pierde sus aspiraciones a un mundo más justo y a una menor presión contributiva contra las tropas del regente cardenal Adriano de Utrecht, que Carlos V había dejado al frente del suelo patrio.

Nueve hermanos emprendimos este viaje para ver la tradicional exposición “Edades del Hombre” que, por ser año teresiano –conmemoración del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús-, está toda ella dedicada a su memoria y se realiza en los escenarios por los que discurrió la vida de la santa (Ávila, nacimiento; Alba de Tormes, muerte).

Disfrutando de la exposición, de las tres sedes: Convento de Nuestra Señora de Gracia (“Os conduje a la Tierra del Carmelo”), la Capilla de Mosén Rubí (“En la España de la Contrarreforma las pobres Descalzas de Teresa”) y la Iglesia de San Juan (“Maestra de Oración”).

El siguiente lugar la visita a Nuestra Señora la Antigua, junto a la Parroquia de San Pedro, a celebrar la Eucaristía. Esta capilla está dentro de la Residencia Miravalle, que la Institución Teresiana regenta en la ciudad. Es una iglesia que se remonta en sus elementos más antiguos al siglo VII, pues según la leyenda/historia en este lugar hubo un monasterio benedictino durante algunas centurias.

El viaje ha servido para celebrar la vida de la Comunidad salesiana de Pizarrales y los 25 años de ordenación de José Luis Guzón. En su homilía ha dado las gracias y ha expresado el deseo de seguir viviendo su sacerdocio con fidelidad: “Estamos aquí, junto a la muralla de Ávila, muy cerca del lugar donde Teresa de Jesús inició su vida religiosa, y en una capilla que es testigo de vida evangélica desde el siglo VII. La historia nos ayuda a tomar conciencia de nuestro presente y a dar gracias a Dios por tantas cosas como nos ha ido ofreciendo a lo largo de nuestra vida. Por lo que se refiere a mí doy gracias con Don Bosco por mi ordenación y por estos veinticinco años de sacerdocio. Don Bosco tenía en una alta consideración el sacerdocio. […] Este gran aprecio por el sacerdocio y la conciencia de su alta dignidad hacían que Don Bosco supiera infundir en los jóvenes un elevado concepto, aprecio y respeto por nuestra vida y por lo que representamos. Me gustaría ser como Don Bosco, un sacerdote su tiempo, pero más allá de mi tiempo: un sacerdote para los jóvenes, un sacerdote educador, un sacerdote desde la Palabra y los Sacramentos, un sacerdote con los laicos”.

Tras la Eucaristía, la Comunidad ha compartido la mesa en un tradicional restaurante de la capital abulense y, al finalizar, acudió a la Ermita de Sonsoles, a agradecer a la Virgen del don de nuestra vida salesiana al servicio de los jóvenes y a pedirle que nos impulse a “seguir caminando” con ilusión, como reiteraba Teresa.

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