1 Enero 2015. Solemnidad de la Virgen María, Madre de Dios

30 diciembre 2014

 

La alegría del día de Navidad se ha prolongado ocho días, y el último de ellos la Iglesia recuerda la Maternidad divina de María, justo al comienzo del año civil. El mundo festeja con júbilo y grandes galas el cambio de calendario, recordando los acontecimientos habidos durante el año, sean felices o no. Los cristianos damos gracias porque Dios ha bendecido a su pueblo con el nacimiento de su Hijo e imploramos su bendición para el año que empieza.

Lo esencial de este día nos lo resume así el Martirologio Romano: “Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, en la octava de la Natividad del Señor y en el día de su Circuncisión. Los Padres del Concilio de Éfeso la aclamaron como Theotokos, porque en ella la Palabra se hizo carne, y acampó entre los hombres el Hijo de Dios, príncipe de la paz, cuyo nombre está por encima de todo otro nombre”.

Como vemos, si el día de Navidad nos fijamos en el Nacido, hoy miramos más a la Madre. El prefacio es el primero de los cinco que ofrece el misal para las misas de Santa María Virgen, que tiene como título “La Maternidad de María”. Es una acción de gracias dirigida al Padre, y sintetiza el misterio que celebramos: “Porque ella (María) concibió a tu único Hijo por obra del Espíritu Santo, y, sin perder la gloria de su virginidad, derramó sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, Señor nuestro”.

Recopilando los textos mencionados y otros más, nos damos cuenta, asombrados y sobrecogidos, de que aquel niño acostado en un pesebre, al que encontraron los pastores hace más de dos mil años, y al que María y José pusieron por nombre Jesús, es: Palabra hecha carne, Príncipe de la Paz, Luz Eterna derramada sobre el mundo, Autor de la vida (oración colecta), Rey que gobierna cielo y tierra (antífona de entrada). ¿Puede haber un motivo de alegría mayor que este?

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