Pablo VI, Beato

20 octubre 2014


El domingo 19 de octubre, el Papa Francisco, al final del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, proclamó la beatificación de Pablo VI, a poco más de cinco meses desde el reconocimiento de su milagro de curación "científicamente inexplicable" de un recién nacido. Pablo VI fue para los salesianos y la familia de Don Bosco un Padre lleno de bondad y afecto.

Giovanni Battista Montini nació en Concesio (Brescia) el 25 de septiembre de 1897. Fue elegido Papa el 21 de junio de 1963, declarando que deseaba continuar el Concilio Vaticano II y continuar el camino ecuménico. Actuó las deliberaciones conciliares con gran valentía, en medio de muchas dificultades y controversias. Inauguró la era de los grandes viajes apostólicos en 1964 en Jerusalén, y posteriormente en muchas otras partes del mundo. Numerosas sus encíclicas y exhortaciones apostólicas. El último período de su vida estuvo profundamente entristecido por el secuestro y asesinato de su amigo Aldo Moro. Murió en la residencia de Castel Gandolfo el 6 de agosto de 1978, fiesta de la Transfiguración del Señor.

Como joven sacerdote, en calidad de sustituto de la Secretaría de Estado, como arzobispo de Milán y como Sumo Pontífice siempre demostró gran interés y afecto por Don Bosco, por la Familia Salesiana y por la obra Salesiana. En Roma, los vínculos con los hijos de Don Bosco comenzaron a intensificarse cuando, en 1924, fue nombrado Asistente del Círculo de Universitarios Católicos. Durante años él tenía contactos cordiales con los hermanos que hacían parte de la procura de la Santa Sede y con algunas comunidades de los Castillos Romanos. Inmediatamente después de la guerra, cuando los Salesianos y las Hijas de María Auxiliadora se apresuraron para buscar y asistir a los niños y las niñas particularmente necesitados, organizando para ellos un total de 14 centros y fundando la obra del “Borgo Ragazzi Don Bosco, discreto pero eficaz", “Monseñor Sustituto", como era llamado Mons. Montini, tenía para estos chicos una verdadera predilección.

Al llegar a la nueva sede de Milán como arzobispo, oró fervientemente por los Salesianos para que concedieran las reliquias de santo Domingo Savio para la veneración de la Iglesia milanesa: era una demostración práctica de aquel amor preferencial por los jóvenes que caracterizó su acción pastoral. Otro signo importante de estima por los Salesianos y de amor a los jóvenes necesitados fue la decisión de encomendar a los Hijos de Don Bosco el reformatorio de menores "Cesare Beccaria" de Arese (Milán). Los contactos con los ambientes salesianos se hicieron frecuentes, tanto durante las visitas pastorales como para la administración de las confirmaciones, tanto para la reunión anual del 31 de enero, la fiesta de San Juan Bosco, que para el arzobispo era un día completamente Salesiano: la mañana en la parroquia de San Agustín en Milán, y en la tarde en la Casa Inspectorial de las Hijas de María Auxiliadora. Los discursos que se han conservado atestiguan con sorprendente frecuencia la sintonía de espíritu, el clima de intimidad familiar y la profundidad espiritual de estos encuentros.

Como Papa, Montini tiene forma de medir más ampliamente (incluso durante los viajes al Oriente Medio, América Latina y Asia) las dimensiones mundiales de la obra salesiana y constatar la actualidad del método de Don Bosco para las necesidades de la juventud contemporánea, mientras que también se intensificaron las relaciones “familiares”: él siente los salesianos "de casa", en la Políglota Vaticana como en la Biblioteca Apostólica, en las Catacumbas de San Calixto o en la parroquia de Castelgandolfo. Con puntuales intervenciones, Pablo VI orienta y mantiene el delicado trabajo de renovación que la Congregación afronta especialmente en los dos Capítulos Generales de 1971 y 1977; incita a osar empresas más difíciles, pero exhorta a mantener fidelidad plena a la tradición educativa y espiritual salesiana, estando estrictamente en guardia contra posibles desviaciones; con gestos de extraordinaria benevolencia confirma la confianza de la Iglesia en la obra evangelizadora y humanizadora: exalta la "fórmula de Don Bosco" que ve fructificar abundantemente en los diversos campos de la catequesis, la escuela y las Misiones. En 1972 beatificó a Miguel Rúa, primer sucesor de Don Bosco y en 1973 elevó Pontificio Ateneo Salesiano con el grado de Universidad Pontificia.

Pablo VI fue para los salesianos y la familia de Don Bosco un Padre lleno de bondad y afecto. Los salesianos han tenido a menudo la impresión de ser el objeto de un amor preferencial, y él mismo ha declarado explícitamente encontrar en estos sentimientos la llave correcta para leer sus mensajes, incluso los más oficiales. Al final de su vida, Pablo VI se dirigió así a los miembros del XXI Capítulo General de los Salesianos: "¡Sean benditos, sean entendidos verdaderamente, sean apoyados, sean llenos de las gracias que el Señor nos hace desear para ustedes y para el mundo y para la Iglesia! Y que la Familia Salesiana esté siempre a la cabeza de la Iglesia viva, de la que está con los problemas vitales, contingentes, sí, y pasajeros y fluyentes en tantas fenomenologías diferentes, pero siempre humanas, siempre cristianas. ¡Sean realmente Salesianos! Si supieran cuántas personas, cuántas veces, cuántos encuentros pasados en torno a nosotros; pero el de ustedes nos conmueve en una manera especial y nos da la alegría y la esperanza de que de verdad la Iglesia de hoy sea aquella de Don Bosco, la Iglesia viva".

Por último, vale la pena recordar que son las Hijas de María Auxiliadora las guardianas de la memoria de Pablo VI en la ciudad natal de Concesio. La beatificación de este gran papa es una fuente de alegría y de esperanza para toda la Familia Salesiana que reconoce en Pablo VI un poderoso intercesor por la misión a la cual es llamada.

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