Les esperaban 17 días muy intensos así que lo primero que debían hacer tras el viaje, era situarse y colocar sus cosas en la que a partir de ese día sería su casa. Fue momento de empezar a conocer a los demás y compartir la inquietud por todo lo nuevo que les esperaba.
Tras ubicarse y conocer al equipo 0, que les acompañaría en esa aventura, comenzaron su primera clase, “Identidad del animador” con Santi Domínguez, que les ayudó a darse cuenta de la importancia que tiene ser animador salesiano y a lo que se comprometen con su “sí”.
Esta fue la primera clase de muchas…, Campismo, Biblia, Legislación, Primeros auxilios…, sesiones en las que compartían las vivencias en sus centro juveniles, sus experiencias y motivaciones, cada uno con unas realidades diferentes, algo que hacía rico a cada grupo.
El día no solo estaba compuesto por clases, tras el desayuno, se celebraban los buenos días que previamente un grupo había preparado y que esa mañana se encargaba de animar ese momento. Después de las sesiones de la mañana y después de la comida, había un momento de descanso y tiempo libre, algunos optaban por ir a disfrutar de la piscina, algunos se quedaban en la casa por grupos preparando las celebraciones y otros, más dormilones, decidían subirse a las habitaciones a disfrutar de la siesta.
Tras las clases de por la tarde, llegaba el momento de la calma y tranquilidad, se les ofrecían dos momentos, uno de reflexión, dedicado a escribir sobre el cuaderno aquellos aspectos que habían interiorizado sobre las clases, lo positivo que se llevaban y los aspectos que podrían mejorar, y otro, para vivir el momento de la Eucaristía, una oportunidad de encuentro con Dios, para dar gracias por los momentos vividos, por las personas conocidas o para pedir fuerzas por el nuevo camino que recorrerían como animadores salesianos.
Tras la cena, y las clases de por la noche, se culminaba el día con la oración de buenas noches que otro de los grupos había preparado con mimo y dedicación. Se vivieron momentos emocionantes, de compartir, de pedir perdón, de abrazar, de rezar, de dar gracias…, algo que conducía con mucho sosiego a las buenas noches que les ofrecía una de las figuras que había compartido con ellos el día, un profesor, una persona del equipo 0, un salesiano… un mensaje que generaba un clima de tranquilidad y que ayudaba al descanso, para comenzar con energía el día siguiente.
53 personas ganas de poner en práctica todo lo aprendido, con la ilusión y la esperanza de ofrecer lo mejor de ellos mismos y sin olvidar el mensaje de Don Bosco a los animadores salesianos, ofreciendo a cada destinatario una buena mezcla de alegría, de sonrisas y de felicidad.
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